Moisés fue una de las personas más destacadas del AT, fue elegido por el señor para ser el guía a la liberación del pueblo de Israel, sin embargo, la característica más importante en la vida de Moisés fue su relación íntima con Dios. se dice que veía a Dios cara a cara, como habla cualquiera a su compañero (Éxodo 33.11). Y es esa relación íntima con Dios la que nos dejó uno de los eventos más particulares.
«Después descendió Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del Testimonio en sus manos. Al descender del monte, la piel de su rostro resplandecía por haber estado hablando con Dios, pero Moisés no lo sabía» (Éxodo 34.29)
Estar en la presencia de Dios había transformado el rostro de Moisés y él ni siquiera lo había notado. Estar en la presencia de Dios era algo normal en su vida.
¿Podemos nosotros permanecer en su presencia?
Por la obra que Cristo Jesús hizo en la cruz del calvario, hoy tenemos la preciosa oportunidad de permanecer en su presencia.
Estar en intimidad con Dios, es solo disponernos para recibir lo que el tiene preparado para nosotros, no se requiere, esquemas religiosos, ni métodos para ver una manifestación, solo un corazón sincero, dispuesto a recibir.
La intimidad es un regalo que proviene de Dios, solo el se revela a nosotros como lo hizo con Moisés, no podemos pretender acercarnos a un Dios tan poderoso, el nos seduce, atrae con sus cuerdas de amor.
solo en su presencia podemos ejercitar nuestro sentidos espirituales, para poder verlo, oírlo, sentirlo, disfrutar un ser lleno de amor y vida para cada uno de nosotros.
El mayor regalo que El señor le pueda dar es: una vida de intimidad fructífera; cultivela, siembrela, pídala y la recibirá.
¡Bendiciones!
